Sé tú mismo. El mundo adora al original.
- Ingrid Bergman
Los que temen las profundidades de su sombra buscarán, sin darse cuenta, un poder externo que sustituya a su Yo Superior, con la esperanza de que una persona o un grupo les conduzca a una utopía imaginaria. La desvergüenza, desviar la culpa y negarse a ser vulnerable manipulan al objetivo para que crea que el narcisista puede ser su salvación. Sin embargo, el narcisista no está canalizando la verdadera divinidad, sino que utiliza el ethos, el pathos y el logos para proyectar un yo grandioso, que es una versión falsificada del auténtico.
Si alguien secuestra tu mente y adquiere autoridad sobre ti, tu reino interno se pierde. La verdadera divinidad es la capacidad de mantener la presencia a través de tu Yo Superior junto con la convicción de que eres el legítimo gobernante de tu “reino”. Esto requiere abandonar la esperanza de que una figura externa satisfaga esta necesidad y, en su lugar, probar tu Yo Superior.
La idea que tiene el narcisista de la divinidad es la de ser idealizado, alimentado con suministros narcisistas y nunca cuestionado. La verdadera divinidad, por otro lado, es un estado de alineación dentro del Ser. Es una celebración de la vida. La verdadera divinidad no se ve afectada por el ruido exterior: sólo requiere concentración y entrega.
Una forma sencilla de diferenciar entre grandiosidad y divinidad es en un entorno social. Observa el lenguaje corporal de una persona cuando interactúa con un grupo y luego cuando se encuentra sola. ¿Se...
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