Karen le entregó las llaves a su casero después de que este realizara la inspección final. Él se mostró amable, rápido y cooperativo.
En las semanas previas a la entrega, su casero le exigió que renunciara a 200 dólares de su fianza por la «limpieza del horno», algo que no figuraba en el contrato. Cuando ella se negó, él le envió numerosos correos electrónicos agresivos y personales explicándole que debía cooperar con sus exigencias y que estaba siendo «infantil». Le preguntó «qué pensaría su madre» e hizo comentarios groseros sobre su falta de limpieza, llamándola «niña sucia». Karen se quedó impactada. ¿Por qué una relación comercial se había convertido de repente en algo personal? Nadie en su sano juicio se comportaría de esa manera. Finalmente, temerosa de lo que pudiera p...