Cómo exorcizar a un narcisista

¿Por qué yo? Cómo convertirse en una persona objetivo

Aprovechan mientras son pequeños

De niños somos curiosos, sensibles, vulnerables y, por supuesto, muy influenciables. Absorbemos lo que nos rodea como esponjas. En esos primeros años se forja la base de cómo nos relacionamos con los demás, y nos aferramos con fuerza a las personas que deberían cuidarnos. Esa dependencia total les otorga un poder inmenso: el poder de guiarnos hacia una vida libre e independiente o de aprovecharse de nosotros para alimentar su propio ego. Los narcisistas eligen lo segundo.

Esta posición de poder empieza, evidentemente, con los padres, pero también se puede aplicar a tíos y tías, amigos de la familia, profesores, entrenadores o cualquier adulto con autoridad. Para el narcisista, tener jóvenes impresionables que lo admiran aumenta su sensación de poder. Puede desempeñar su descarado papel de «líder sabio» a expensas del niño. Considera que su posición de poder le otorga la licencia para juzgar, controlar y menospreciar al niño si no cumple con sus expectativas. En su mente grandiosa, la responsabilidad que se le ha confiado se convierte en una excusa para asegurarse su suministro narcisista.

Lo más triste es que todo esto ocurre fuera del alcance de la conciencia del niño. La verdadera conciencia llega en la edad adulta. Mientras es vulnerable y dependiente, el niño puede convertirse sin saberlo en un objeto de suministro narcisista, sin comprender realmente lo que está sucediendo. Si esta dinámica se mantiene en el tiempo, acaba pareciendo tan natural como respirar. El niño es manipulado y preparado para una vida de dependencia perpetua.

El liderazgo consiste en mostrar a los demás el camino para que puedan recorrerlo, superarlo y, finalmente, forjar el suyo propio. Los narcisistas en puestos de liderazgo impiden que el niño se diferencie, apoyándolo solo dentro de los límites de la relación, y solo mientras este coopera en su papel proporcionándoles suministro narcisista. El narcisista proyecta sus necesidades de ego en el niño y, en lugar de dejar de lado sus necesidades para ayudarle a crecer, espera que sea el niño quien se adapte a él.

Esta inversión de roles es el corazón mismo de la relación entre un narcisista y un niño, lo que conduce a un retraso en el desarrollo del niño y lo predispone a ser más susceptible al narcisismo. El niño crece creyendo que las relaciones se basan en adaptarse a las necesidades de los demás, en lugar de ser uno mismo. Y así se instala una de las mayores mentiras que se les cuenta a algunos niños: que la dependencia es lo normal, y que nunca se acaba. Una mentira que, si nadie la cuestiona, puede acompañarlos toda la vida.

La persona objetivo ideal

Algunas personas podrían haber caído sin saberlo en un régimen narcisista desde una edad temprana, o podrían ser personas emocionalmente sensibles. Los empáticos, como se les denomina:

  • son intuitivos y poseen una gran inteligencia emocional.
  • sienten con una intensidad enorme; tanto, que a veces esa sensibilidad puede nublar su pensamiento racional.
  • perciben con facilidad lo que sienten los demás y pueden llegar a absorber esas emociones como si fueran propias, lo que les agota rápidamente si no aprenden a protegerse..
  • suelen ser buenos oyentes y prestan atención durante horas.
  • tienen una profunda necesidad de conexión emocional, a menudo más fuerte que la razón o el sentido común.
  • les cuesta mantener el ritmo del mundo cotidiano y tienden a buscar un apoyo o una guía externa que les ayude a sentirse seguros.
  • son más influenciables que la mayoría.

El mundo emocional de los empáticos es riquísimo. Son artistas, soñadores y sanadores. Irradian calidez, inspiran a los demás y pueden alegrar el día a quienes los rodean con solo su presencia. Pero esa riqueza tiene un precio:

  • Los empáticos necesitan amar y sentirse amados más que la mayoría, y sufren profundamente cuando se sienten solos o desconectados. Esa necesidad tan intensa de unión emocional suele hacer que sus límites sean frágiles.
  • Sus «botones» emocionales son fáciles de pulsar. Una mirada, un tono de voz, una emoción intensa — ya sea rabia, tristeza o angustia — puede atravesarlos por completo. Y cuando eso ocurre, su cuerpo reacciona: el nivel de estrés se dispara, la ansiedad aumenta y su energía se desploma.
  • Los empáticos suelen sentirse fatigados con solo estar rodeados de gente. Se ponen enfermos con mayor facilidad. A menudo están nerviosos y asustados, y sufren ansiedad social. No se trata de una cuestión de fuerza, simplemente se sienten abrumados y paralizados por las emociones.
  • Los empáticos necesitan una estructura en todo momento. Necesitan entornos que los protejan y apoyen para no perder el control de sus emociones.

Por todas estas razones, los empáticos son personas objetivos perfectos para los narcisistas. Su belleza interior, sus límites débiles, su fuerza interna comprometida y su fuerte necesidad de conexión las convierten en una mina de oro de suministro narcisista. Para tomar la delantera, el narcisista solo tiene que bombardear el sistema emocional del empático y luego coaccionarlo para que coopere con sus demandas.

Se requiere un alto grado de habilidad y apoyo para gestionar adecuadamente el mundo interior, a menudo tumultuoso, del empático. En muchas familias, especialmente en las conservadoras, tradicionales o abusivas, se puede descuidar la necesidad del empático de ser profundamente comprendido y apoyado. Peor aún, los empáticos pueden ser objeto de vergüenza por parte de sus allegados por su «suavidad», sobre todo si son hombres.

La insatisfacción de estas necesidades y la incapacidad para afrontar su tormenta emocional pueden hacer que el empático tenga una baja autoestima y un deseo abrumador de amor, sin ser realmente consciente del porqué. El narcisista lo percibirá como un tiburón percibe la sangre y se abalanzará sobre él. El encanto del narcisista resulta embriagador e irresistible para el empático. El narcisista puede ofrecer al empático una estructura, aunque esta sea opresiva y beneficie principalmente al narcisista.

Identificarte como una persona empática y/o haber nacido en un régimen narcisista puede ayudarte a comprender cómo tus orígenes han influido en tu vida hasta ahora, y también recordarte que no es culpa tuya. Lo más importante es que puede ayudarte a marcar límites y a tomar las riendas de tu futuro. A partir de aquí, el camino que sigas depende totalmente de ti.