En la mitología griega, Narciso era un hombre de excepcional belleza y arrogancia, que rechazaba a todos sus admiradores, hasta que se enamoró de su reflejo en un lago y, al intentar abrazarse a sí mismo, cayó al agua y se ahogó.
Existen numerosas versiones de esta historia, siendo la más popular la de Ovidio, «Narciso y Eco». Ovidio describía a Eco como una ninfa que no podía hablar, salvo para repetir las últimas palabras pronunciadas por otra persona. Un día, Eco vio a Narciso cazando y se enamoró de él. Con el tiempo, Narciso se frustró por la constante repetición de sus palabras por parte de Eco y le dijo que se marchara. Esto dejó a Eco con el corazón roto y marchita.
El mito de Narciso tiene una relevancia especial en el discurso actual sobre el narcisismo. Por un lado, vemos a alguien que acepta la admiración de los demás, pero nunca su amor. Esto captura el enfoque sado-masoquista del narcisista en las relaciones, saboteándose a sí mismo y a los demás a cada paso, lo que resulta ser una dura lección para todos los que aman al narcisista.
Eco, por su parte, representa a la persona codependiente que admira al narcisista en el desierto, utilizando su falso yo para «cazar» el suministro narcisista. Eco refleja la grandiosidad del narcisista, con la esperanza de ser amada y aceptada por él a cambio. Muchas...