Las víctimas de abusos tienen una vulnerabilidad fundamental que a menudo pasan por alto, y su tendencia a ignorarla radica en su propia naturaleza: la disociación.
Las víctimas de abusos suelen provenir de familias emocionalmente deficitarias. En muchos casos, también han sufrido abusos manifiestos. Ya sea por el trauma del abandono, el trauma del daño activo o ambos, el dolor de su experiencia se vuelve insoportable. La realidad se vuelve insoportable. Saber que la persona que amas te está haciendo daño y sentir los efectos de ello es insoportable. La respuesta a esta situación es la disociación y, con ella, la evasión hacia la fantasía para hacer soportable lo insoportable.
El trauma complejo es como una bola de miedo, vergüenza y culpa inmensos que estalla una y otra vez, dependiendo del reto o el factor estresante al que te enfrentas en cada momento. A medida que surge el trauma complejo, abruma tu mente, tu equilibrio interno y tu conciencia. Durante este tiempo, se produce una ruptura con la realidad. Te adentras en otro reino.
Este estado de disociación puede ser simplemente un vacío en la memoria, acompañado de un entumecimiento de los sentimientos. Es un alivio de la inmensidad del trauma complejo que hay en tu interior. Otras veces, la disociación va acompañada de fantasías, sueños lúcidos y despiertos que tienen como objetivo reestructura...