Antes de verte envuelto en la distopía de un narcisista, posaste la mirada en él y te pareció irresistible. Sin embargo, yo diría que no fue el atractivo físico del narcisista lo que te atrajo, sino que la atracción era edípica.
La mayoría de las personas objetivo de los narcisistas tienen padres que muestran rasgos de trastorno de personalidad del grupo B. El padre o la madre pueden ser un narcisista de manual, una persona límite de manual con una grandiosidad pronunciada o una persona límite con un matiz narcisista. En algunos casos, el padre o la madre pueden ser malignos y psicópatas. Como mínimo, el padre o la madre mostrarán rasgos codependientes y controladores.
En todos estos casos, el padre tendría un cierto comportamiento, especialmente en presencia de sus hijos. Puede parecer rígido, sereno e indiferente, como cualquier narcisista. Su postura, sus movimientos corporales, incluso su presencia enérgica pueden tener un matiz particular.
También puede haber rasgos físicos, como la barba, el tipo de cuerpo o una determinada apariencia facial. Podría ser un tipo particular de sonrisa burlona o una falta de expresión.
Detrás de la apariencia física y el comportamiento se esconde el núcleo de todo narcisista: el vacío. Todos los narcisistas crean un «pavo real» a partir de su persona para ocultar su vacío interior. Un narcisista manifiesto suele ser enérgico y bullicioso, mientras que uno encubierto es más «tímido» y misterioso. Otros parecen humildes y amigables.
Aunque no hay dos seres humanos iguales, algunos son más parecidos que otros. Cuando la persona «pavo real» de un narcisista en particular coincide lo suficiente con la de uno de tus padres, se activa tu complejo parental, lo que te hace sentir irresistiblemente atraído por el narcisista. Esto puede acentuarse aún más si el narcisista tiene un tono de voz similar al de tu padre.
Durante este proceso, algo resuena en lo más profundo del niño interior de la persona objetivo. Te vuelves sumiso, impresionable y susceptible a la manipulación, muy parecido a un niño. Esto es inconsciente, por supuesto, y la persona objetivo asume que se trata de atracción física.
En realidad, la persona objetivo está siendo transportada de vuelta a la infancia. Ve ante sí una copia exacta de su progenitor narcisista y percibe una oportunidad para recrear la relación problemática desde cero, solo que esta vez tiene la oportunidad de que funcione.
O eso cree.