El término «límite» describe a una persona que se encuentra en el «límite» de la psicosis, entre el control y el caos, capaz de caer en pánico, furia o depresión en cualquier momento.
La causa fundamental del trastorno límite de la personalidad
El trauma que causa el trastorno límite de la personalidad es tan complejo como su nombre: trastorno por estrés postraumático complejo, o TEPT complejo, para abreviar. Una persona con personalidad límite suele ser hija de padres divorciados, y la tensión entre ellos crea un entorno lleno de hostilidad, caos, incertidumbre y terror. En muchos casos, uno de los padres o ambos tienen su propio trastorno de personalidad. Las madres narcisistas o con personalidad límite suelen tener hijos con personalidad límite.
Estos entornos son impredecibles, y el niño siempre está esperando que caiga el otro zapato. Los padres caóticos ofrecen poco espacio para sentirse seguro. Si los padres están divorciados o separados, el niño suele verse obligado a dividirse entre dos hogares. El estado de ánimo de los padres suele ser inestable y aterrador para el niño, especialmente cuando uno de ellos es una persona límite o narcisista. Como resultado, el niño se ve inundado por emociones negativas, incapaz de regular sus sentimientos. Su sentido del yo se hace añicos y el niño pierde la continuidad de su identidad.
La mentalidad límite
Acosada por un trastorno de estrés postraumático complejo y carente de un modelo estable a seguir, la persona límite sufre enormemente. Su solución es buscar el amor perfecto, con el objetivo de regular su confusión interior a través de una pareja «ideal». Al establecer una relación amorosa con la persona perfecta, la persona límite puede calmar su miedo y aliviar su sufrimiento a través de un futuro brillante con un ser querido que nunca la abandonará.
La persona límite tiende a ver a las personas como todo-buenas o todo-malas, ya que no ha madurado más allá del pensamiento en blanco y negro. Cuando se polarizan en lo positivo, se apegan a esa persona a la velocidad de la luz. Al principio, la persona límite idealiza a su pareja. La relación es lo más increíble que le ha pasado nunca. Su pareja es un sueño hecho realidad. Este amor se manifestará en un futuro brillante lleno de abundancia y prosperidad.
Sin embargo, ninguna fantasía puede resistir la prueba de la realidad durante mucho tiempo. En las primeras semanas o meses, los defectos de la pareja pasan a primer plano y aparecen grietas en la ilusión. El trauma resurge y desafía la fantasía. Para defenderse de la incomodidad resultante, la persona límite exterioriza sus sentimientos y culpa a su pareja. «Todo-bueno» se convierte en «todo-malo» y comienza la fase de «devaluación». La persona límite critica, juzga, avergüenza, castiga y «señala» los defectos de su pareja. Nada de lo que hace la pareja es lo suficientemente bueno.
Síntomas del trastorno límite de la personalidad
Los rasgos principales del trastorno límite de la personalidad son:
- Ansiedad por abandono: la persona límite se aferra a los demás, exigiendo su tiempo y atención constantes para sentirse segura en la relación.
- Fusión: la persona límite solo se siente segura cuando está completamente enredada, con la esperanza de que la otra persona asuma la responsabilidad de sus emociones, pensamientos y decisiones. Sin embargo, es solo cuestión de tiempo que pierda su sentido del yo y se sienta engullida por la otra persona.
- Aproximación/evitación: La persona límite busca la fusión con los demás y, al mismo tiempo, tiene terror al abandono. Cualquier ruptura percibida en su fantasía de amor perfecto desencadena su ansiedad por el abandono y, con ello, amenaza su estabilidad mental. Por lo tanto, si la otra persona decepciona a la persona límite, actúa de forma independiente o crea distancia emocional, esta se aleja bruscamente como mecanismo de defensa. Pasan por fases de profunda conexión y amor, antes de volverse fríos y críticos de repente, sin previo aviso. Aunque esto puede producir una sensación de control a corto plazo, el miedo de la persona límite a estar sola la obliga a volver a comprometerse y a aferrarse de nuevo a la otra persona. En poco tiempo, se sienten abrumados y vuelven a alejarse. La dinámica de empuje y tracción resultante da lugar, de forma natural, a constantes explosiones y luchas con la persona amada, que se siente confundida. La relación se ve entonces plagada de discusiones que no llevan a ninguna parte, arrebatos emocionales, amargura, cambios de humor y caos.
- Autoestima fluctuante: La persona límite alterna entre una confianza suprema y una inseguridad y un odio hacia sí misma paralizantes.
- Difusión de la identidad: La persona límite tiene un sentido débil del yo y dudas constantes sobre sí misma. Tiene una imagen de sí misma poco clara y cambiante, y modifica sus valores y comportamientos según sea necesario para ser aceptada.
- Vacío crónico: Una sensación de vacío es un síntoma del TEPT complejo contra el que la persona límite tiene poca defensa interna.
- Inconstancia objetiva: Las personas límite tienen dificultades para mantener una imagen interna coherente de los demás. Cuando un ser querido se aleja, sienten como si ya no existiera. Esto hace que les resulte más fácil engañar y que se desesperen por mantener a esa persona a su lado, ya que el terror al abandono amenaza con apoderarse de ellas.
- Labilidad emocional: Las personas límite a menudo se ahogan en sus emociones, inseguras de sus sentimientos. Experimentan cambios extremos de humor y pueden pasar de una euforia intensa a una depresión terrible. A menudo no están seguros de lo que sienten por los demás y son propensos a terminar las relaciones de forma repentina y abrupta. Tienen un control débil de los impulsos y muestran un comportamiento arriesgado e imprudente. Tienden a reprimir sus emociones caóticas, desesperados por parecer «normales» y no herir a los demás, hasta que estallan repentinamente en una rabia violenta, con rabietas y comportamientos de los que luego se arrepienten.
- Autolesiones: Las personas límite son conocidas por autolesionarse mediante cortes, abuso de drogas, atracones y sexo promiscuo.
- Ideación suicida: Las personas límite rozan el instinto de muerte, a veces jugando con la idea del suicidio como una forma de acabar con su tormento.
- Disociación: Las personas límite experimentan lagunas en su memoria. A veces se desrealizan y pierden el contacto con la realidad, sintiendo que los acontecimientos abrumadores le están sucediendo a otra persona, especialmente cuando les provocan vergüenza o culpa, como cuando engañan o traicionan a alguien. Pueden crear una ficción para compensar su amnesia, con la esperanza de mantener una historia «sensata» para evitar el abandono o perder el control.
El caos inherente al trastorno límite de la personalidad
Las personas límite luchan contra un desarrollo detenido. Por lo tanto, les resulta fácil interpretar el papel de niño indefenso o víctima. Las personas límite se muestran sumisas en presencia de los demás, con la esperanza de que esa persona asuma el papel de salvador o padre y, como por arte de magia, las rescate o resuelva sus problemas. Les cuesta formar relaciones horizontales de adulto a adulto. Su inocencia y alegría resultan entrañables para los demás. Si alguien tiene un complejo de salvador latente o alberga un narcisismo encubierto, se sentirá atraído por la persona límite y tomará el relevo. Estas personas están más que felices de desempeñar el papel de pareja «perfecta».
El pensamiento mágico y en blanco y negro de la persona límite tiene como objetivo protegerla de su trauma. La persona límite está constantemente alerta, percibiendo el abandono en cada esquina y, debido a esto, actúa de manera que garantiza el abandono. Pone a prueba constantemente a sus seres queridos, presionando sus puntos débiles para comprobar si esa persona se quedará a su lado.
Junto con sus ciclos de acercamiento y evitación, la persona límite mantiene a sus seres queridos en un estado de tensión constante. La otra persona no tiene ni idea de cuándo cambiará el estado de ánimo de la persona límite, ni cuándo y cómo la acusará, juzgará, criticará o simplemente estallará y actuará de forma impulsiva. La persona normalmente no tiene ni idea de que está siendo sometida a una lavadora de pensamiento en blanco y negro, paranoia y rabia reprimida.