Al igual que cuando se sujeta una pelota de playa bajo el agua, un narcisista nunca puede apartar la vista de la pelota (nunca mejor dicho), no sea que su vergüenza y su dolor salgan a la superficie y todos puedan verlos.
Sostener una pelota de playa proverbial llena de vergüenza tóxica, rabia y dolor prolongado es un trabajo agotador a tiempo completo. El narcisista lo consigue de mil maneras, entre ellas, entregándose a fantasías grandiosas sobre lo maravilloso que es o será, convenciendo a los demás de lo maravilloso que es o será y, por supuesto, coaccionando a los demás para que le adulen y le presten atención. Todo ello crea el suministro narcisista, que es la fuerza que mantiene la pelota de playa sumergida en el su...