Queridas hormigas:
Vuestros sentimientos no son bienvenidos. Tampoco lo son vuestra moral, vuestras reglas, costumbres y normas, nada de eso se aplica a mí.
No formo parte de vuestra sociedad ni participo en vuestros rituales. El pensamiento único y la mentalidad de rebaño no me afectan. Son herramientas a mi disposición.
Soy una especie diferente a vosotros. Vosotros y yo habitamos el mismo planeta, pero yo existo en otro mundo. Más exactamente, habito por encima de vosotros, en otro reino. No siento lo que vosotros sentís. No me afectan vuestras emociones y nada limita mi potencial para infligir caos y sufrimiento. La vergüenza, la culpa, el sufrimiento, el dolor… eso es para vosotros. Para mí, no.
No me interesan vuestros problemas y preocupaciones. No me digáis que «tenga corazón»....