Una relación narcisista es una gran ficción construida con ideas elevadas y dopamina.
Un narcisista entra en cada relación «drogado» por la grandiosidad, mostrando una confianza y un entusiasmo inquietantes. El narcisista lo consigue idealizando a su persona objetivo, disociándose de su sombra reprimida y compartimentando la realidad de una manera específica: solo se permiten las buenas vibraciones y los conceptos superiores en este espacio alimentado por la grandiosidad.
Deslumbrada por el espectáculo, la persona objetivo baja sus defensas. Se permite disfrutar de ser adulada como perfecta y se deleita en ser el único centro de atención de una persona «increíble». Ser idealizado es embriagador. Al igual que una droga, la experiencia de la ideal...